¿Quién me da permiso de escribir sobre la Ley Lleras?

Si reflexionamos cuidadosamente sobre las últimas elecciones presidenciales no podremos evitar reconocer que la ‘Ola verde’, a la hora de la verdad, no era más que una gota en el mohoso charco de la política colombiana. Pero en su defensa diremos que ello se debió a la falta de madurez de quienes utilizaban la Internet por aquellos días, y que no estaban equivocados en la elección del medio. Esto Juan Manuel Santos lo sabe bien, porque su innombrable asesor de imagen así se lo dijo cuando intentaba resucitar aquella campaña política tradicional, embustera y sucia; que logró triunfar porque puso a las «familias en acción» para reclamar almuerzos y subsidios. El pasado proceso electoral, decía, demostró a todos los partidos políticos las dimensiones del poder que ejercen los medios alternativos de comunicación, y especialmente aquellos que posibilitan la asociación y el intercambio de ideas, como es el caso de las redes sociales.

El estudio de la Internet y las reflexiones a propósito del poder de la información libre marcaron más hondamente el insomnio de los gobernantes colombianos cuando en el oriente medio se cosechaban los frutos que en Colombia todavía estaban «verdes»: un activismo más allá de la pantalla, que arrojó la gente a las calles y a un país sobre otro. El resto lo saben ustedes ya.

La estrategia colombiana para protegerse de este «problema» no pudo ser más absurda y peor diseñada: el proyecto de Ley 241 de 2011, más conocido como la «Ley Lleras». Como el lector sabrá, esta ley dota a las ISP de la autoridad para bloquear contenidos que supuestamente vulneren los derechos de autor, lo que me hace recordar aquella amarga experiencia con El Señor Innombrable, quien de un momento a otro resultó ser marca registrada, asegurando que no se podía hablar de él sin su oscura autorización. De hecho, en el sitio Web personal del presidente Santos se afirma que este proyecto de ley intenta combatir los «ladrones de contenidos» ¿somos ladrones quienes tomamos prestados los nombres de quienes nos hacen daño para denunciarlos, a falta de verdaderos medios de información que lo hagan?

Las reacciones a la Ley Lleras van desde videos pedagógicos que explican los antecedentes y efectos de este tipo de iniciativas, páginas Web del gobierno que han sido inhabilitadas (Primero la del Senado y Gobierno en Línea, después la del Ministerio de Interior y la Presidencia), comunicados de grupos ciberactivistas (Entre ellos Anonymous y Safety Last Group), hasta un movimiento constante del tema en las redes sociales.

Vale la pena también recordar que Germán Vargas Lleras, quien propone la ley, fue uno de los menos beneficiados por las redes sociales en las pasadas elecciones. Ahora, parte del gobierno de «unidad nacional», lanza al ruedo este controvertido proyecto de ley que disfraza la censura a los medios alternativos de un altruísmo falso y engañoso, que dice propender por los derechos de los artistas pero que beneficia a tan pocas personas que se podrían contar con los dedos de las manos del mismo Vargas Lleras (con todo lo mucho -o poco- que ésto traiga consigo).

¿En qué terminará este asunto? Presenciamos un evidente reto de la comunidad virtual colombiana, pues en este país, hasta ahora, Facebook, Twitter y los blogs son redes ‘asociales’ que parecen unir a las personas, pero a sus computadores. Es hora de demostrar que el activismo y la participación virtuales pueden ir más allá de hacer clic en el botón de «Me gusta».

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Lecturas recomendadas al respecto hay muchas, pero especialmente les dejo dos: el Borrador de la Ley Lleras (En Dequr) y un análisis de 11 aspectos polémicos de la Ley Lleras, por Camilo Andrés García (de quien, a propósito, son los enlaces que más arriba pongo sobre los ataques a los portales del gobierno).