Kamasutra económico [Texto]

La economía siempre nos ha sido presentada a las multitudes como un tema aburrido, monótono y frígido; carente de placeres de los cuales podamos disfrutar (sobre todo porque, en materia de macroeconomía, estamos forzados a la contemplación, en forma de un frustrante voyerismo). Es por eso que recientemente el Ministerio de Economía ha tomado la juiciosa determinación de publicar su cartilla «Kamasutra económico», con el objetivo de educar a la ciudadanía para que disfrute y sepa apreciar en su valor los singulares roles que asumen los actores de este apasionante acontecer global.

En esta sugestiva publicación se describen con detalle los principales gustos del Estado y los empresarios en materia de relaciones económicas, en consecuencia con los principios de transparencia que abandera el actual gobierno y con la ilusión de reducir el índice de pobreza creativa que afecta a tantas parejas en nuestro país. Y aunque en estas cuestiones los preliminares son importantes, haremos una perdonable omisión de la norma para ir, como se dice, directo al grano. A continuación, el ‘top 10’ del Kamasutra económico:

1. «El 69». Hay que decir que es la más practicada. Para esta posición es necesario que el Estado abra sus puertas, con el fin de que el empresario pueda acercarse y hacerle lobby hasta conseguir que los bolsillos estén considerablemente lubricados. Mientras tanto, el estado baja sus impuestos para que el empresario los pague suavemente y pueda llegar al clímax de la rentabilidad.

2. «El misionero». El Estado abre la licitación para que el operador se abalance sobre ella, mientras lubrica con güisqui. Una vez se consigue este punto, comienza un frenético tira y afloje para definir porcentajes, márgenes de ganancia y de utilidad. El operador debe saber manejar el ritmo dado que el Estado suele ser precoz en sus plazos y generalmente obliga al operador a terminar antes, corriendo así el riesgo de dejar todo empezado.

3. «En cuatro». El gobierno se pone en cuatro años, inclinándose lo suficiente para posibilitar una mayor apertura económica. La multinacional se inclina para parecer de rodillas, pero solamente mantendrá esta posición hasta que el gobierno le muestre su TLC. Es a partir de este momento que comienza una fuerte y agresiva penetración de mercado.

4. «La cucharita». Las empresas se ubicarán detrás del Estado, que debe adoptar una posición fetal para descubrir los derechos de los ciudadanos. Es entonces cuando suavemente las empresas pueden comenzar la privatización, primero sutilmente, para evitar el dolor, y con mayor brío cuando los ciudadanos se acostumbren.

5. «El dólar arriba». El Estado se echará de bruces, extendiéndose para permitir que los empresarios se ubiquen sobre él y puedan explorar dónde están los yacimientos de petróleo. Una vez hallados, deben explotarlos con vigorosidad. Cuando el petróleo sube, el dolar debe bajar; mientras que cuando el petróleo baja, el dolar debe subir. El proceso se repite hasta alcanzar la recesión.

6. «Por debajo de cuerda». Para llevar a cabo esta posición, el Estado debe inclinarse, pero levantando un poco la soberanía. Los empresarios se tienden y apretan fuertemente los salarios, mientras el Estado va cediendo gracias a delicados sobornos.

7. «El loto». Ideal para la época de navidad y año nuevo. El gobierno cruza los sindicatos con los gremios, y deja que los grandes empresarios se posen encima. Se puja arriba y abajo para decidir el salario mínimo, mientras que en la parte superior se fomenta el emprendimiento con la lengua.

8. «La felación». Mientras los empresarios están de pie, el gobierno se arrodilla y abre la campaña electoral. Se aproxima a los empresarios y los estimula oralmente con ofrecimientos, que cada vez deben ser más profundos y comprometidos. Este proceso se repite hasta que se obtenga liquidez.

9. «El cunnilingus». A diferencia del caso anterior, en este caso es el empresario quien recurre al gobierno, para que éste le abra las aduanas. Con la lengua, las empresas estimulan al gobierno en su punto más sensible: la responsabilidad social. Este proceso se desarrolla hasta que los impuestos se dilaten espasmódicamente, y puede prolongarse por el tiempo que se requiera para obtener mayor rentabilidad.

10. «El sometido». Cerramos con la posición favorita de los más acérrimos defensores de la propiedad privada. En esta, el Estado se tiende sin oponer resistencia, para que la economía tome el control ejerciendo una presión variable con las fuerzas del mercado, mientras acaricia con la mano invisible.

Y con este breve extracto hacemos a nuestros lectores la invitación para que adquieran el texto completo, el cual incluye sugerentes ilustraciones a color que no reproducimos aquí por cuestiones de propiedad intelectual. Reiteramos nuestra gratitud al Ministerio de Economía, por su loable intención de democratizar los placeres de los cuales se hace cargo, pero no podemos callar nuestra preocupación acerca del evidente declive en el ímpetu con que enfrenta su carnal tarea (suponemos que será producto de la rutina que supone la monogamia, sobre todo ahora que algunos países de Suramérica nos hacen un provocador guiño extramatrimonial).